Nos ponemos en pie: entre gritos, activismo y movilización

16 | 10 | 2020


Queremos compartir unas palabras que hace meses Club de Té escribió, pensando en lo que ha sucedido en Chile desde octubre, desde que en las calles se escuchó fuerte: ¡No estamos en guerra!, hermanando sus ideas sobre construir redes de apoyo y creyendo en su proyecto que crea espacios seguros para mujeres.

La ilustración siempre ha sido un medio de expresión importante, un lenguaje que comunica lo que se contiene en el mundo interno y genera un diálogo con lo que está fuera. Con internet, esto se ha podido transmitir de forma más abierta y veloz, con una cantidad de contenido impresionante generándose, y permitiendo que también dialogue con un campo más abierto de tópicos. Como mencionan en la entrada escrita el año pasado:

“Históricamente, el arte ha sido un mecanismo para desafiar relaciones de poder, es una práctica dinámica cuyo fuerza creativa nos ofrece una perspectiva específica, nos permite hacer una reflexión crítica sobre lo que está ocurriendo y nos ayuda a conectarnos con emociones e ideas que movilizan la acción política para lograr el cambio social.

Las personas comparten contenido que les mueve y las imágenes han tenido un gran impacto para visibilizar lo que está pasando en nuestro país. Este contenido está a disposición de todas las personas, especialmente para las marginadas de las esferas políticas formales. Es importante que como ciudadanía nos informemos y compartamos información responsablemente, frente al tratamiento altamente cuestionable de los medios de comunicación formales”.

Después de octubre, el ambiente era agitado, el panorama incierto y la inseguridad se apoderaba de muchas personas al ver tanto abandono, quiebres y promesas vacías. Pero la verdad es que todo esto venía de mucho antes.

“Nuestra generación nació y creció en democracia, donde los derechos civiles y políticos están garantizados, de modo que ver militares nos hace sentir lo contrario a lo que justifican los tomadores de decisiones: insegurxs y violentadxs respecto al ejercicio de estos derechos. Sentimos miedo, no hacia las demás personas como nosotrxs, sino hacia las fuerzas armadas y de seguridad pública, porque hemos escuchado los testimonios de nuestras familias, leído informes y publicaciones, y visto videos sobre las violaciones a los derechos humanos. Como ciudadanía, nos oponemos firmemente a vivir bajo la concepción del presidente de una guerra, puesto que si hablamos de conflicto social, éste responde a demandas legítimas frente a la precarización de la vida y aquellas problemáticas sistémicas que se complejizan cada vez más. Si un enemigo existe, no lo vemos entre lxs ciudadanxs”.

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Estudiantes secundarios, que llevaban batallando todo el año, empezaron a manifestarse por el alza injusta del pasaje, cosa que afectaba a la ciudadanía completa, a través de distintos actos, y la situación, apoyada por el descontento generalizado de décadas, fue creciendo desde ahí.

“Este levantamiento ciudadano se moviliza en la búsqueda de objetivos materiales (aumento en salarios y pensiones, reducción de jornada laboral, mejoramientos en sistema de salud público, no más AFP) como no materiales, principalmente la dignidad, los cuales se consideran injustamente negados por el Estado. Vivimos en un país con desigualdades insostenibles que afectan directamente a la convivencia democrática.

Los elementos claves de la desigualdad en Chile son la concentración de ingreso y riqueza en el 1% de la población más rica, salarios bajos e inseguridad laboral (donde la brecha de género destaca como relevante). Esto provoca que la gran mayoría no disponga de medios de vida básicos para subsistir y, conforme aumentan los precios de los servicios básicos, la situación empeora.

Antes los erosionados espacios de participación ciudadana producto de la desigualdad sistémica, los cacerolazos, marchas, evasiones masivas son formas de protesta legítimas y pacíficas para visibilizar nuestro descontento, cansancio y desesperación”.

El descontento frente al funcionamiento de instituciones y el mal manejo político era más palpable que nunca.

“Al masificarse las manifestaciones, en vez de obtener espacios de deliberación, medios de diálogo y políticas que respondan a las graves problemáticas que vivimos, el gobierno de Sebastián Piñera declaró estado de excepción constitucional en la capital, que rápidamente se extendió hacia otras regiones. El toque de queda ya va en su cuarto día consecutivo y la violencia hacia la población por parte de personal militar y policial resulta en la muerte de civiles.

Nunca hubiésemos imaginado de nuestras vidas cotidianas cambiarían de un día para otro en algo que pudiésemos leer en libros como 1984 de George Orwell, Fahrenheit 451 de Ray Bradbury y The Handmaid’s Tale de Margaret Atwood y películas como V for Vendetta”.

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Para bien o para mal, esta situación se veía por todos lados. América Latina la sentía especialmente en su centro.

“Tras tres décadas de «re-democratización», existe un descontento generalizado por el desempeño de los gobiernos para alcanzar el desarrollo de los países, de garantizar mejores condiciones de vida, más igualdad, equidad y mecanismos democráticos.

El poder de agencia de los movimientos sociales va más allá de las fronteras estatales y como sociedad civil global estamos problematizando nuestra realidad y exigiendo avanzar en normas específicas sobre derechos humanos, desarrollo sostenible y justicia climática, seguridad humana, alivio de la pobreza, etc. Actualmente, los movimientos sociales se organizan en enjambre, sin líderes y promueven solidaridades alternativas basadas en lo comunitario y lo local.

Somos más que átomos, separados y asustados por la televisión y la desconfianza mutua. No queremos vivir en un mundo donde todos estén a la venta y nada sea para el bien público. Despreciamos este enfoque cínico y estamos listos para contraatacar”.

“Desde las primeras evasiones, la ciudadanía no ha bajado los brazos y nos movilizamos cada día por diversos mecanismos y plataformas. Pese al toque de queda, no dejamos de golpear las ollas, interpelamos a periodistas en sus transmisiones en vivo, vamos a los canales de televisión abierta a exigir que no nos sigan mintiendo, compartimos cualquier tipo de contenido que sirva para informar y denunciar lo que los medios de comunicación no están mostrando, profesionales de diversas áreas ofrecen su ayuda a quienes lo necesiten, otras personas abren las puertas de sus hogares para quienes no pueden regresar a los suyos por el toque de queda.

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Todo lo horrible que está pasando nos ha hecho reflexionar sobre la importancia de la solidaridad y la unidad, no en forma en que nos han vendido desde las élites, sino que a nivel comunitario y local, apoyándonos mutuamente a nivel material, social y emocional para seguir resistiendo cuando el miedo y la incertidumbre nos invade.

El activismo artístico se basa en los cambios culturales.

Seguiremos dibujando e ilustrando, porque aún hay mucho por decir.

¡Mil gracias a todxs!”


Les dejamos una lista de ilustradores que pueden conocer mas a fondo:

@brunodelvallef

 @vfrufru @aleugaldes @mellamoraiza @kintu_ @javmandu @hunx.mx @hello.mabel.art @lafernandaperez @espaciogrumoso @soyconifran @chiqu1wawi @cataplazalina @cam.estela @aldeapardo @parororo @gastonpacheco_art @amnesia_pancake @nemupan @pavalesaa @luebert @caomor@naav_draws @andrea.props @talozam @japhe.t @akkacrow @chicocrucial @depresion.intermedia @_varco @loopartdesign @amelia.strong

Pueden revisar el post original de Club de Té, extendido, por acá.